El movimiento de la brocha fluida, impregnada de óleo, ancha, sin textura, son cualidad principal en la obra de este artista joven. Por costumbre, el artista aplica el movimiento de la brocha en horizontal, vertical ó creando diferentes direcciones aleatorias sobre la superficie del papel o lienzo. En sus hermosas palabras afirma: “Cargo la brocha de óleo más o menos diluido con trementina, a partir de ahí genero un proceso de repetición donde el gesto discurre de manera pausada pero continuada, hasta que la brocha, por su movimiento y dirección, abandona el soporte”.

De esta manera, queda claro que el soporte no se entiende exactamente como un lugar donde se almacena un conjunto de elementos dispares, sino más bien es un territorio que el movimiento consciente de la brocha quiso tocar. Bajo este sistema, el artista decide en mayor o menor medida hacer pasar la brocha por el mismo lugar repetidas veces hasta encontrar una conclusión óptima que permita dar por bueno su trabajo. El óleo, más o menos transparente, crea sutiles efectos de profundidad y registra tonalidades nuevas gracias a la superposición de diferentes capas de color.

En su trabajo se percibe, en ocasiones, la modificación o alteración de la huella de la pintura sobre el soporte, según la colocación de este sobre plano o vertical. Importante también en su quehacer artístico la idea antagónica de adicción y substracción de la pintura, retirar pintura acumulada para aligerar el soporte y poder seguir avanzando en el trabajo. Idea que incluso en apariencia recuerda al trabajo del pintor escocés Callum Innes.

Aparte de este reflexivo y pausado diálogo entre la herramienta y el soporte, sus abstracciones exploran otras consideraciones formales; la elección del formato, el trabajo en serie y una exquisita selección de la paleta de color que va de los fríos a los cálidos, pasando por tonalidades neutras. Sus soportes pintados, en ocasiones se caracterizan por tener un solo tono, lo cual le lleva a realizar monocromías planas, entendiendo estas como aquellas que poseen la misma densidad de pintura en toda la superficie del cuadro, por lo tanto no existe la valoración, salvo en excepciones, de otros tonos producidos por la veladura o la no cubrición absoluta, que hace adivinar así, sucesivas capas de pintura, como si de un registro fósil se tratase.

En definitiva, la pintura de Rico es de marcado carácter procesual, que nos habla de su fisicidad pero con un incansable potencial en cuanto a lo conceptual ó lo narrativo y todo lo que pueda lograr esa dicotomía. La sensualidad de estas abstracciones pueden servir para que el espectador juegue a imaginar diferentes escenarios paisajísticos, de esta manera, la utilización del rojo anaranjado sobre fondo oscuro se puede interpretar como una puesta de sol, los azules como marinas, los ocres y los tierras como las dunas de un desierto y los grises pueden determinar un paisaje rocoso o de montaña. La suya es una forma de pintar como herramienta para indagar, profundizar, como medio de conocimiento, tanto en el proceso creativo como en el proceso de observación.


Carlos Cartaxo
Pintor